Por Regina Araujo
Una fría noche de diciembre hace más de 2000 años, es la razón por la que 2.1 mil millones de cristianos celebraban la Navidad hace apenas dos meses. Para los cristianos, esa noche -una minúscula fracción de tiempo en la historia de este mundo- cambió para siempre a la Humanidad, haciéndose eco de la inspiración del profeta: la presencia de Emanuel se hizo realidad.
Me gustaría pensar en ese tiempo un poco. Pero primero, una pregunta: ¿Qué es el tiempo?
Hasta el siglo pasado, los científicos creían que el tiempo era eterno y absoluto. ¿Por qué no? Al fin y al cabo, todo lo que nos rodea está gobernado por el tiempo, desde el poderoso sol hasta la diminuta célula. Todo tiene un principio y un final, todo está encadenado al tiempo.
Isaac Newton (1642-1727), el famoso descubridor de la gravedad, creyó que el tiempo era eterno. Y esta creencia duró más de 200 años en el mundo de la física. Sin embargo, a principios del siglo XX, la teoría general de la relatividad de Einstein estableció relaciones entre la materia y el espacio-tiempo y entre la energía y el espacio-tiempo, indicando que el universo tuvo un comienzo.
En 1970, el físico británico Stephen Hawking, junto con Roger Penrose, publicó el primer teorema relativista del espacio-tiempo. Esta publicación demostró que el comienzo cósmico no era sólo el comienzo de la materia y la energía, sino el comienzo del espacio y del tiempo.
Quiero hacer una pausa aquí: El comienzo del tiempo ... ¿Qué es el tiempo para los humanos? Debido a que los seres humanos están atados al tiempo, donde el tiempo es lineal y no puede ser interrumpido o invertido, la idea de que cualquier cosa podría existir "antes" del tiempo desconcierta a la imaginación.
¿DÓNDE ESTÁ DIOS EN EL TIEMPO?
Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento, siendo únicos entre los textos pre-modernos, hacen referencia a las actividades de Dios "antes del principio de los tiempos".
La Escritura se refiere a Dios como independiente del tiempo. Por ejemplo, en Salmos 90:4 y en 2 Pedro 3:8, la Biblia dice que el tiempo de Dios puede ser arbitrariamente largo o corto comparado con la experiencia humana del tiempo. En otras palabras, Dios tiene completa libertad para comprimir o expandir el tiempo, porque Él es libre de operar más allá del tiempo o trascender al mismo. A diferencia de nuestra experiencia con el tiempo (que es lineal e irreversible), para Dios, las experiencias temporales no son lineales.
Continuemos con nuestra exploración. El texto bíblico dice que Dios está presente tanto hoy como eternamente, así como trascendente a través del tiempo (Jeremías 23:24 y Colosenses 1:16-17). ¡Él vive en el eterno presente, pasado y futuro!
Esto significa que Dios está en nuestro pasado, en nuestro presente y en nuestro futuro, ¡al mismo tiempo! Como dice el libro de Hebreos: Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos.
Por eso, Él está ahora en tu pasado y en el mío, trabajando para sanar nuestras heridas y tristezas. ¡Porque Él es el SEÑOR del tiempo, ¡Él ya está en tu futuro! Dios no estará contigo en el futuro. Él ya está allí. Esto trae tremendo alivio cuando pensamos en las incógnitas del Año Nuevo, ¿no crees? Ya estaba en el 2017 antes que nosotros, todo el año hasta que finalice el mismo.
Una de mis citas favoritas encaja aquí: "No hay nada que temer al futuro, a menos que olvidemos la manera en que el Señor nos ha guiado en nnuestro pasado".
¿QUÉ PLANEÓ DIOS ANTES DE QUE COMENZARA EL TIEMPO?
Biblicamente hablando, DIOS habita en la eternidad. En otras palabras, la eternidad es SU morada desde donde Él puede intervenir a voluntad en el universo: Desde el principio predije el resultado; Hace mucho tiempo anuncié lo que iba a suceder. Dije que mis planes nunca fallarían, que haría todo lo que tenía intención de hacer.
Una vez más, se nos da una idea de lo que Dios estaba haciendo antes de crear el tiempo hace 13.800 millones de años (usando el tiempo basado en nuestros últimos descubrimientos científicos). ¡Él estaba planeando la vida contigo, para la vida eterna en su Reino!, libre del tiempo lineal que nunca puede ser detenido o invertido.
Él estaba planeando aquella noche en Belén, con todos sus gloriosos detalles, cuando Él se haría vulnerable y entraría en nuestra dimensión, quedando limitado por el tiempo y el espacio, y abrazando nuestras cadenas de tiempo. Todo para que pudiéramos tener la esperanza de saborear su dimensión eterna y sin tiempo.